viernes, 23 de octubre de 2009

Cuestión de acústica

Ella adoraba la cocina, relucía más que nada en su casa. Y doy fe de que no era amante de las tareas del hogar. Sin embargo pasaba horas lavando platos y azulejos, se quedaba mirando las cucharas o simplemente apoyaba sus manos en la fría mesada cavilando quién sabe en qué.
Nunca entendí la preferencia por aquél rincón.
Hoy la escuché cantar:
"Perdí la noción del tiempo al caer de boca en tu boca..."
Supe que en ese reducido espacio la armonía y las letras se conjugaban de manera maravillosa con los acordes silenciados de su alma.

viernes, 31 de julio de 2009

Mi sombra

A veces camino sin rumbo entre reflexiones inútiles, ciega.
De pronto, en el suelo o en la pared,
mi sombra.
Muestra lo que no veo.
Hace cuerpo en mi espalda, la inclinación a la que me obliga
la hiperactividad de mi cabeza
y se yergue en joroba.
Entonces detengo el paso y reparo en mi sombra.
Creo que lo hace para que no la ignore tanto.
Convengamos que no soy un reloj de sol
para darle demasiada relevancia;
ni la Tierra y la Luna en tiempos de eclipse
para elucubrar sobre el cono que proyectan, no.
Soy una simple mortal.
Si ella es porque yo soy,
y no quiere verse mal,
quizá deba caminar más erguida.
Convendría que me arreglase el saco
y desarmara la maraña de pelos que llevo en la cabeza.
A la tardecita la sombra es superlativa en la parte superior del cuerpo.
De tan larga se trepa por los muros,
se quiebra en las puertas y ventanas
y se estira sobre la calle de modo que la vea,
quiere mostrarme esa cabeza,
mi cabeza,
tan desprolija por fuera como por dentro.
La sombra sabe que es mi espejo,
aunque no hable, dice.
Me devuelve al mundo,
cuando camino ciega.

lunes, 27 de julio de 2009

El tiempo de las uvas

El campo precioso
de tu pecho
palpita
en la meseta de mi vientre,
mientras el tiempo
de las uvas
llega.
El volcánico fuego
se derrama
sobre mis jazmines.
Expulsa
tus minerales,
el aliento tibio,
durante la lenta batalla.
Conquistas la piel húmeda,
anárquica,
recorrida por tus manos
siempre.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Escribe

Escribe el que es sobrevenido
por la palabra que nombra el intersticio.

Quien ve a través de los huesos ajenos
la indiferencia,
trasunta los mundos de otros
ve a los culpables de sus miserias
y grita.

El que se mete en otras pieles

Quien haya sentido el aliento frío del que espera
(¿lo que jamás debería soñar?)

El que puede tener un pie de cada lado sin marearse.

El atrevido que no repite frases que subyacen como corales, fuertes, peligrosas.

Vio que el derecho de algunos sin memoria,
se traga cada día el derecho de los sin poder, sin voz.