miércoles, 2 de marzo de 2011

cristal o espejo

Flores, fantasmas y piedras de colores
habitaron el jardín que precedía
la puerta principal.
Otro espacio,
el bastón, el tocadiscos, figuritas, la merienda y el capitán.
Pupitres, simulcop, aurora en la Inmaculada,
la música, los libros, la lealtad.
La puerta roja.
La inocente intensidad de Miró.
La rebelión de Dalí y su posibilidad.
Antiguas azucenas
humedecidas por
la brizna del quimérico pulso visceral
primero.
Atrás dejé aquel árbol, su cobijo, esa piel.
Tomé la puerta azul,
la de todos los capítulos,
una mesa larga, azul, demandante.
La silla azul,
años.
Al final la puerta de cristal
o espejos, abracadabra quién sabrá...
Cerrada.
Deja ver cacerolas, especieros, el mantel.
Subversivo aroma
convincente en las hendijas,
adivino,
laurel, romero, sudor, albahaca.
Sigo con la mirada
las frutas, capital
de los delirios,
de la mesa a la ventana,
sobre la fuente de plata sostenida
por tus manos.
Un bandoneón se retuerse quejumbroso
sobre un acorde del sur que aún recuerdo mío.