jueves, 10 de julio de 2008

La voz del agua

Se abstraía del mundo, dejaba su mente en blanco y sólo el nombre del que amaba en sus parietales. Con su dedo rompía la espejada superficie del estanque, entonces abría los ojos para ver los círculos concéntricos abarcándose unos a otros. La acuosa danza, silenciosa y profunda la remitía a algunas miradas.
Le gustaban esos anillos de agua inquieta que se expandían conservando la forma a pesar de estar muriendo, veía que sólo desaparecían al iniciarse un nuevo círculo bajo su palma.
Sucedía esto en sólo instantes, cuando quedaba atrapada en un tiempo paralelo. El manto líquido enunciaba, en su lenguaje, los dictados de la piel que eran los del mismo deseo.
Ella quiso descifrárselo, le habló de los símbolos del agua, sus círculos, la infinitud y lo profundo.
Él estaba disperso, no escuchó las últimas palabras, rodeó su nariz con el índice y el pulgar, miró su reloj, dijo que cuando cerraba los ojos dormía y ya era tarde para él.
Ella lo ayudó con el abrigo mientras miraba por la ventana el estanque; pensaba, si algún día podría ver, como el agua, a través de sus masculinos dedos.

1 comentario:

josé lopez romero dijo...

LLegué aquí sin saber el camino, por obra y gracia de la blogósfera. No entiendo por qué, alguien que escribe con fundamento desaprovecha este espacio. Me ha gustado encontrarte, vuelve a andar.