miércoles, 12 de septiembre de 2007

Las olas no son el mar

Anduve
en las sinuosas profundidades
donde el ser
sin máscaras
es.

Un estratega.
La cordura y la lógica,
sus prendas.
El amor y el odio,
los panes y las frutas de su mesa.

Me vi entre dos espacios.
El suelo,
inventado para jugar a la rayuela
y llegar al anhelado cielo.
Llegar después de saltos y piedras,
de seguir la secuencia,
de largos ensayos
y algunos retrocesos.


Pero el cielo...
El cielo es este silencio.
Tu amparo en mi tormento.
La caricia.
El abrazo.

Me alejo
de las oscuras amarras.
Elijo las velas,
el viento en la cara,
el agua fresca.

Te doy mis manos.
Y en las tuyas,
regazo de mis inviernos,
entrego, absoluta,
mi esperanza,
la que tejo y destejo
con finos, coloridos tientos.

2 comentarios:

amanda dijo...

ESte poema es lindísimo, Verbario. Las palabras son escogidas de entre piedras finísimas, esas piedras de la rayuela que nombrás. Me encantó. Es la vuelta a esos lugares Rayuela del padre nuestro, no? todos lo nombramos a Julio cada tanto sin nombrarlo, homenaje eterno que mandamos como podemos, entre paños sucios y mientras tejemos y destejemos. Un abrazo. Amanda.

Unknown dijo...

Pocos comentarios dejo últimamente, aquí y en todas partes.
Esto me gustó, se que me recuerda algo pero no se que !!!